lunes, 10 de noviembre de 2008

Sólo quiero caminar

Agustín Díaz Yanes. Sus dotes como director de cine de acción son innegables, el poder visual de sus películas, el potencial que ofrece en algunas escenas.. Todo ello lo sabe “vender” bien porque él lo vale. Es un director competente. Pero si atendemos a su faceta como guionista, la cosa cambia.También resultan igualmente innegables sus carencias como guionista de todas sus películas; momentos de gran confusión y momentos insustanciales se combinan apoyados por el poder visual de sus imágenes. Su nuevo film no es un excepción.

Cuenta de nuevo con el personaje central de su opera prima “Nadie Hablará De Nosotras Cuando Hayamos Muerto”, una Gloria Duque que Victoria Abril bordaba sin problema en áquella y que en ésta pasa a ser un personaje secundario (de esa clase de secundarios que son imprescindibles).
En cuanto a la trama, es una historia de robo y venganza protagonizada por tres mujeres unidas y enfrentadas a un capo de la mafia.

A pesar de sus carencias, más como guionista que como director, hay que renocerle a Yanes el mérito de ser un realizador valiente de productos arriesgados que se salen de los márgenes del cine español actual. Pero a la par, su afán por contar demasiado en poco tiempo hace que muchas veces sus películas se queden un poco bruscas al cambio de escena y, a falta de oxígeno, un tanto asfixiadas (claro ejemplo lo tenemos en “Alatriste” donde la obsesión por contarlo todo en una sola película hacía que el conjunto se quedará como un trailer de larga duración ).

En este filme todo resulta oscuro, desagradable y violento. Ningún rayo de luz, la puerta cerrada a cal y canto a la esperanza. Matones, mafiosos sin escrúpulos del que sólo se salva, el siempre brillante Diego Luna. Es una película difícil, en cuanto a la composición de personajes, planificación de escenas y juegos de miradas y gestos. Es en este momento donde la película genera sus mayores virtudes y sus peores defectos.

Soberbios Diego Luna y Ariadna Gil y su trágica historia de amor. Ariadna, extraordionaria en este papel lleno de dolor, tristeza, sutileza y acción .
Y Diego Luna, en sus trece, como siempre sinónimo de calidad en cualquier filme. Compone el rol de un matón maldito/bendito con el que el público acaba congeniando y cuyo destino viene marcado por su propia leyenda. Elena Anaya siendo el detonante de la acción está pero no está, Pilar López de Ayala no destaca pero tampoco sobra y Victoria Abril es simplemente necesaria.

Conclusión: Yanes vuelve a destacar como director pero sigue con su asignatura pendiente; el guión. Esperemos que la próxima vez apruebe como guionista, porque ese día, se acercará un poco más a los grandes.

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